martes, 9 de diciembre de 2008

Sonambulos

La arena conserva tu nombre
en su salada agonía de verte.

Las gaviotas descansan en tus ojos
cuando duermes por las tardes.
Bajas las escaleras por un beso
y las subes para guardarlo bajo
[la almohada.

Creíste en el dolor toda tu vida
y el nunca fue a visitarte en el aire,
estabas enamorada de la luna fría
y ella jamas te miró en las noches.

Vas camino al puerto de los sueños
en tu caballo escoltado por luciérnagas.
Un ángel se esconde bajo tu sombrero
con una rosa y pesadillas entre labios.

Es hora de hacer el amor con las estrellas
y quitar toda esa pesada angustia que tus ojos
[llevan.
¡Chaz! - truenan los dedos rápidamente -
y la vida se extingue con el suspiro del sueño.

Son estas noches escasas de insectos
las que me dañan y me sumergen en el mar,
que mecen mi cuerpo con el perfume de
[tus pechos
en un abismo igual que el de tus palabras.

Una señora alimenta el suelo con pan
y las hormigas recogen algunas migajas,
yo intento robar un trozo del sagrado trigo
pero el dolor en mi pecho aumenta más.

Caigo rendido por los rayos del sol de agosto
y tratando de humedecer mi piel con tu recuerdo
y un poco de orina que guardaba para las heridas.

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