La arena conserva tu nombre
en su salada agonía de verte.
Las gaviotas descansan en tus ojos
cuando duermes por las tardes.
Bajas las escaleras por un beso
y las subes para guardarlo bajo
[la almohada.
Creíste en el dolor toda tu vida
y el nunca fue a visitarte en el aire,
estabas enamorada de la luna fría
y ella jamas te miró en las noches.
Vas camino al puerto de los sueños
en tu caballo escoltado por luciérnagas.
Un ángel se esconde bajo tu sombrero
con una rosa y pesadillas entre labios.
Es hora de hacer el amor con las estrellas
y quitar toda esa pesada angustia que tus ojos
[llevan.
¡Chaz! - truenan los dedos rápidamente -
y la vida se extingue con el suspiro del sueño.
Son estas noches escasas de insectos
las que me dañan y me sumergen en el mar,
que mecen mi cuerpo con el perfume de
[tus pechos
en un abismo igual que el de tus palabras.
Una señora alimenta el suelo con pan
y las hormigas recogen algunas migajas,
yo intento robar un trozo del sagrado trigo
pero el dolor en mi pecho aumenta más.
Caigo rendido por los rayos del sol de agosto
y tratando de humedecer mi piel con tu recuerdo
y un poco de orina que guardaba para las heridas.
martes, 9 de diciembre de 2008
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